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Editoriales Roberto Passailaigue

Acuerdos políticos

Acuerdos políticos

La pluralidad política de los países es una realidad existente derivada de la diversidad ideológica en los procesos de transición democrática. Un mandatario tiene como guía de gestión un programa político, que puede y debe adaptarse a las circunstancias propias del accionar gubernativo. Para garantizar la ejecución del programa de gobierno o los puntos coincidentes acordados con las fuerzas políticas coaligadas, suele conversarse o negociarse con otras tendencias que podrían contribuir en la organización y administración del gobierno, con una eficiente y eficaz gobernabilidad.

La historia es una maestra compleja pero cierta, sus capítulos nos enseñan que cuando el diálogo es sincero y la negociación es frontal se alcanzan resultados positivos, lo cual hace comprensible los acuerdos o pactos políticos de gobernabilidad. Existen y han existido en Inglaterra, desde Oliver Cromwell hasta Winston Churchill o Margaret Thatcher; en la Alemania de Ángela Merkel; en la España de Mariano Rajoy, y de muchos otros países y gobernantes en el mundo, que para poder tener mayoría parlamentaria y un manejo político que garantice la gobernabilidad, llegan a pactos o acuerdos políticos, facilitando sus mejores cuadros y profesionales competentes para la gestión y administración de la cosa pública en determinadas áreas. No se trata de reparto del botín político, ni de participar en la corrupción, sino de apoyo al gobierno del país, seleccionando a los mejores ciudadanos para desempeñarlo.

Mayor ilegalidad y corrupción se produce en gobiernos dictatoriales y totalitarios de partidos únicos, que entre sus pocos miembros se reparten las áreas de gobierno, y van rotando cual especie de ruleta de reciclamiento humano, sin tener la titulación, experiencia ni competencias, solo silencio absoluto y obediencia incondicional al gran líder, como lo acontecido en la década pasada.

No nos llame la atención que el presidente Lenín Moreno llegue a estos acuerdos o pactos políticos con otros partidos. No es malo, prohibido o inmoral; por el contrario, es democrático, normal y necesario para rescatar al Ecuador.