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Editoriales Roberto Passailaigue

Ahí viene el lobo…

Ahí viene el lobo…

El “Pastorcito mentiroso y el lobo”, es una fábula que relata el episodio de un pequeño pastor que gritaba “el lobo, el lobo” y los vecinos acudían para auxiliarlo, pero él se divertía con la farsa. Otro día, nuevamente gritaba “Ahí viene el lobo, ya viene el lobo” para asustar a la población que acudían armados con hachas y palos, al escuchar el grito de auxilio. Sin embargo, la sorpresa era muy grande cuando no encontraban lobo alguno, solo al pequeño pastorcito disfrutando su gran mentira. Los aldeanos indignados, regresaban disgustados a sus casas y campos. Cierto día, el lobo se apareció y aunque este mentiroso, gritaba con todas sus fuerzas “llegó el lobo”, nadie acudió a salvarlo. El lobo, se hizo dueño de los borregos y para terminar su fechoría, se comió también al pastorcillo mentiroso. Como toda fábula, termina en una moraleja: En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso.

Este cuento podría asimilarse a un hecho actual, comparando al pequeño pastorcito con un personaje político que, habiendo recibido un rebaño de ovejunos para tener algo que hacer (por que no hace nada), se divierte desacreditando a sus gobernantes, amenazando a los cuatro vientos “ya viene el lobo”, “próximamente viene el lobo”, para infundir el temor reverencial a la población, con el que han estado acostumbrados a gobernar.

Pero a diferencia del cuento, cuando venga el lobo feroz -si se atreve a venir- no se va comer al pastorcito para quedarse con el rebaño de borregos, sino que la población lo va a esperar multitudinariamente, no armados de hachas y garrotes como en la época del cuento, sino con la ley para someterlo a las autoridades, para que rinda cuenta de la corrupción de su entorno y se lo condene por acción u omisión, que es como en los tiempos modernos se debe sancionar a los que abusan de sus cargos, poder y circunstancias, como el lobo de la fábula.

Cualquier parecido de borregos y ovejunos con alguien o con algunos, es pura coincidencia, no sea que el Tremendo Juez de la Tremenda Corte de la desinformación, pretenda enviarme a hacer planas de “Ahí viene el lobo”.