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Editoriales David Samaniego

La ruta del abuelo

La ruta del abuelo

No existe ‘una ruta’ porque muchos abuelos dejaron sus propias huellas. Me conduele el sueño frustrado de mis sobrinos: quisieron recorrer la ruta del abuelo Máximo David: la inconclusa carretera Sígsig-Chiguinda-Gualaquiza; el mal tiempo fue el causante. Por tratarse de un tema de interés comunitario, EL UNIVERSO es y fue siempre la mejor tribuna para respaldar aspiraciones y certificar olvidos. ‘Retazos de historia’, de mi autoría, es una recopilación de artículos en EL UNIVERSO sobre este tema, síntesis de un viejo anhelo repleto de pesadillas y sobresaltos.

-Hace ochenta años, con picos y palas, mediante mingas, los sigseños decidieron construir una vía carrozable siguiendo la ruta, ya existente, de acémilas. Noventa y dos kilómetros fueron entonces un sueño imposible, desproporcionado. La semilla quedó sembrada. En 1958, siendo presidente Camilo Ponce Enríquez, su ministro de Obras Pública, Sixto Durán-Ballén, colocó la primera piedra, en histórico y aplaudido evento. Treinta y ocho años después, Jamil Mahuad inauguró la vía, que lustros atrás había sido declarada de importancia estratégica nacional: era el ingreso más rápido a la cordillera del Cóndor, en ese tiempo apetecida por nuestros vecinos del sur. El lastre no se lleva bien con los torrenciales aguaceros frecuentes en el recorrido de la vía; el riesgo siempre estuvo presente. El 15 de mayo de 2010, en Sígsig, RCD decidió que en dos años la vía estaría asfaltada: ‘La carretera va porque va’. Han pasado ocho años y la vía aún no se concluye y lo construido comienza a mostrar inconsistencias, algunas de magnitud.

En la segunda mitad de mayo decidí ingresar, manejando mi vehículo, de Sígsig a Gualaquiza para convertir un sueño en realidad: combinar la selva con el asfalto y sentir que rodaba sobre una superficie amiga. La vía no está concluida, el riesgo es aún latente. Mi compañera habitual de ruta me dijo nones para esta aventura, no es amiga de riesgos innecesarios. Mi hermano Fausto y su esposa Inés me ofrecieron su compañía y respaldo, el viaje se hizo. En menos de tres horas los 92 km quedaron atrás.

¿Mi evaluación? Faltan diez kilómetros de asfalto, la mayor parte es del paso por el Churuco. Los puentes sobre los ríos Selva y Negro aún no se inician. Al ritmo que trabajan quizá en dos años se concluya la vía. Lluvias torrenciales en las dos últimas semanas han puesto en evidencia la fragilidad de esta carretera. Ha sido un examen que exige correcciones inmediatas.

Presidente LMG: usted nació en el Oriente y su padre conoce, mejor que yo, los caminos de Morona Santiago. Sígsig es un pueblo digno, pacífico. Las campesinas sigseñas son gente de pollera, rebozo, chalina y sombrero de paja toquilla; son gente buena, sencilla, respetuosa de la honra ajena, amigable y muy alegre. Las cholas sigseñas compiten en donosura con las cholas cuencanas. Sígsig tiene en cada esquina una guitarra; en cada escritorio, una pluma; en cada brazo, un martillo; y en cada corazón, mucha fe y esperanza. Sígsig, por todo lo dicho, merece mayor respeto. Inaugure usted, presidente, una carretera que honre a la vialidad nacional.