Blog Ecomundo

Editoriales David Samaniego

Mañana es Jueves Santo

Mañana es Jueves Santo

Fuimos niños, crecimos con el tiempo; dejamos de ser infantes, adolescentes y jóvenes para adentrarnos en el ejército de adultos con pronóstico reservado. En nosotros se anidaron vivencias que repletaron mochilas viajeras. Crecimos con episodios que hoy son recuerdos. Nos hicimos o nos ayudaron a ser: aquí estamos, parte forjados por manos cercanas y parte labrados con nuestro propio esfuerzo. Los cristianos nos ubicamos en la Semana Mayor, iniciada el Domingo de Ramos, que luego del Viernes Santo concluirá con el Domingo de Resurrección. ¡Felices Pascuas!

Las circunstancias, directa o indirectamente, son elementos sustantivos de nuestras historias, porque nos forjan, nos modelan. ¿Dónde nacimos? En una ciudad grande, en un pueblo pequeño, en la Sierra, Costa, Oriente o Galápagos. El clima, las costumbres y las creencias fueron detalles de enorme importancia para la estructuración de nuestros primeros años. En esos nichos crecimos, nichos diferentes y hasta contradictorios, que hacen que el serrano poco se parezca al costeño y que los dos no encuentren semejanzas con los orientales e isleños. ¿Pobreza o riqueza? Me quedo con la segunda porque la diversidad de opciones para crecer y desarrollar nuestras raíces humanas es una riqueza de elevados quilates, máxime cuando el mundo laboral y sentimental hacen que estos hemisferios, aparentemente dispares, se junten y decidan caminar de la mano.

¿Esta Semana Mayor qué significado tiene para nosotros, los jóvenes de ayer y los adultos de hoy? No lo sé, amigas y amigos, porque nuestras experiencias, en esos ya lejanos días, fueron tan dispares. De ellas dependimos para forjar nuestra cosmovisión e iluminar el porqué y para qué de nuestras existencias. Dibujo, en rápidas pinceladas, mis circunstancias, porque ellas fueron cómplices de quien ahora soy. Cotejen mis entreveros y certezas con aquellos que son de ustedes, es posible que encuentren similitudes importantes para afirmar que usamos colores parecidos y dibujamos paisajes conocidos.

Nacido en Sígsig, Ecuador, así consta en mi partida de nacimiento. Los jóvenes de hoy, nacidos también en Sígsig, distan mucho de nosotros. Hace quince días estuvieron allá dos bandas prestigiosas de rock con un estadio repleto de asistentes. Mi Sígsig no conoció el alcantarillado, no existía esa palabra en el léxico, hace 80 años guardaba similitud con La Milina de hoy, en el cantón Salinas. Mis abuelos, lojanos de cepa, emigraron al Azuay y escogieron los alrededores de mi pueblo natal para afincarse y lo hicieron muy bien. Creyentes mis abuelos, creyentes mis padres, nada me costó ser también un creyente convencido y fervoroso. Miércoles de Ceniza, los viernes de ayuno y abstinencia, Domingo de Ramos, Jueves y Viernes santos, con sus liturgias en torno a la Pasión de Cristo y Domingo de Pascua de Resurrección fueron para nosotros algo tan natural como el aire que respirábamos. Eran días de paz y reflexión volcados a examinar trayectos, revisar la brújula y proponernos caminar en sentido correcto. En ese clima religioso nací. Lo demás, lo que vino y se quedó conmigo, fue y es parte de un largo trajinar.

“La muerte y resurrección de Cristo son el corazón de nuestra fe”, papa Francisco. (O)