Blog Ecomundo

Editoriales David Samaniego

Necesitamos conductores

Necesitamos conductores

Algún día la democracia encontrará fórmulas más idóneas para acertar en los procesos de búsqueda de dirigentes para un conglomerado humano que necesite cumplir con determinados objetivos. No importa si es en una fábrica, colegio, universidad, hacienda o país. Las necesidades son similares y los objetivos parecidos: la búsqueda del bien común. ¿Cómo encontrar conductores? ¿Los tenemos?

Para un académico amigo, que hizo de la reflexión un vicio, las cualidades básicas de un conductor de un país son: ‘credibilidad a toda prueba, honradez, tolerancia ante la opinión pública contraria, demócrata en el sentido liberal (respeto y fomento de la independencia de los poderes del Estado), visión ética de la sociedad y del mundo. La visión ética implica desprendimiento y el dejar resentimientos como arma de control político’. Sugiere, además: ‘cada concepto hay que definirlo no porque sea nuevo sino porque existen gobiernos que destruyen, sistemáticamente, el sentido común y todo sentido de argumentación’.

-Cuando alguien es proclamado presidente de un país, no siempre es responsable de aquello que asume. No hay sindéresis entre poder y responsabilidad. El poder no otorga responsabilidad. La responsabilidad no dimana del poder porque el poder no es su fuente. Un presidente, como persona, es responsable o no lo es. No existen cursos rápidos de responsabilidad. Es un aprendizaje de toda la vida. La nave del Estado estará siempre, peligrosamente, al garete, cuando su capitán es irresponsable.

-Creíble y honrado, cual marca de calidad, sugiere el académico. Dos sellos de difícil conjunción, ciertamente, porque la credibilidad en alguien no es gratuita; resulta de su honradez y virtudes aparejadas con este atributo indispensable. Alguien cavilaba: ¿un político, por esencia, puede ser honrado? La respuesta es sí, puede y debe serlo, muy a pesar de penosas experiencias.

-Tolerante y demócrata, además. La democracia no existe sin el condimento de la tolerancia, porque esta se ancla en el respeto al otro, en el reconocimiento de su ser y existir. La hipertrofia del ego es para la comunidad más dañina que su atrofia.

-Una visión ética debe estar presente en el basamento de un programa de gobierno. No abundo en ampliaciones sobre los ingredientes de la ética. La carencia de una partícula de ética política puede producir tsunamis morales irreparables en una comunidad.

-Un conductor para asegurar su eficiencia necesita de un equipo de trabajo integrado por gente sensata, emocionalmente madura, conocedora de su oficio, con experiencia de organización y mando, honrada, con visión de patria, con personalidad suficiente para defender sus ideas, con aptitud de servicio a la comunidad.

-La terquedad de un conductor jamás debe confundirse con la firmeza, peor con la rectitud. El terco no admite razones, no escucha opiniones, desestima sugerencias, no busca ni cree en alternativas más allá de su propio criterio. El terco es orgulloso, pedante, impertinente, grosero, y temerario porque vive en un mundo que comienza bajo sus pies y termina en su coronilla. Pobre aquel país que no encuentre conductores que tengan las cualidades y habilidades de un sensato hombre de bien.

“A pesar de las ilusiones racionalistas, e incluso marxistas, toda la historia del mundo es la historia de la libertad”, Albert Camus. (O)