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Editoriales David Samaniego

Ocupar la mente (2)

Ocupar la mente (2)

Hace ocho días afirmé que ‘es sensato, útil, necesario, bueno y… óptimo preocuparnos del recto uso del tiempo, tema que bien puede ocuparnos algunos espacios de esta columna semanal’; esto explica el título de hoy. Concluía ese día: ‘Espero, amables lectores, su comprensión, para próximamente decir lo que hoy pretendía exponer: ¿cómo enseñamos a los niños y jóvenes a usar de manera óptima su tiempo?’. Les decía también que los espacios que albergan al tiempo son ahora muy diversos porque muchas cosas han cambiado, en bien y en mal. Siendo un tema de enorme interés para padres de familia y educadores espero que las observaciones que reciba de ustedes sirvan para esbozar propuestas, inclusive para corregir afirmaciones. Entremos en tema.

-Soy un convencido de que todas las experiencias, positivas y negativas que reciben los hijos en sus hogares, desde su nacimiento hasta el ingreso a las aulas, son de capital importancia, más de lo que muchos padres y madres de esos hijos lo creen. La falta de conocimientos es una causa, pero no la principal. Lo grave, gravísimo, es la falta de cuidado a los infantes, peor aún la carencia de amor a esas criaturas, acciones que en vez de señalar horizontes producen traumas muchas veces irreversibles.

-El lugar donde se nace, las primeras sensaciones, el frío o el calor, la soledad o la compañía, el silencio o el ruido y todo el cúmulo de estímulos externos son alimento para un infante en crecimiento porque cual esponja retiene, sin análisis, todo lo que recibe en su medio. Ese infante, con toda esa carga emocional captada sin quererlo y sin análisis discrecional, es el que llega a los jardines de infantes para iniciar su primer contacto con una sociedad extraña a los linderos del hogar.

-Para explicar mejor el párrafo anterior: los hijos de un jornalero, de un taxista, de un albañil, de un pescador, de un deportista, de un empleado público o privado, sin querer perciben las experiencias y estilos de vida derivados de esas profesiones. Lejos de mí está señalar un juicio de valor sobre estas actividades laborales; los resultados buenos o menos buenos en la vida de los hijos serán los que hablen de su valía. Los profesionales independientes, los empresarios o políticos, todos tienen su modo especial de ver la vida y de vivirla y todo aquello que hagan o digan marca las incipientes existencias de manera sostenida.

-Las mentes de los infantes que llegan a centros educativos vienen, todas ellas, con experiencias dispares y un cúmulo de recuerdos, creencias, gustos y disgustos. Con esta carga personal empiezan a ser parte de una institución. Los maestros están obligados a conocer antecedentes de sus pupilos a fin de personalizar la formación. Luego de conocer quiénes son los alumnos es posible entonces esbozar un camino de aprendizaje partiendo de ese conocimiento. ¿El tiempo libre? La comunidad educativa, conociendo mejor a sus alumnos, se obliga a crear opciones para el recto uso del tiempo libre; estas serán tan amplias y diversas como amplias y diversas sean las experiencias de los infantes. ¡Queda tinta en el tintero!