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Editoriales David Samaniego

¿Qué espero del 2018?

¿Qué espero del 2018?

Vivimos alimentados por sueños y ficciones. Tanto las ficciones como los sueños son vehículos que nos transportan a mundos insospechados que se convierten en acicates, en fijadores de destinos y en formas aptas para escapar de la cotidianidad que puede ser cuna de rutinas que impiden el progreso personal.

Hemos entrado ya en el 2018. Quienes reflexionamos –desconozco cuántos– debemos haber fijado ciertas metas o, al menos, habremos divisado horizontes de variados tonos: radiantes, ensombrecidos, negros. ‘Cada uno es cada uno’ solía repetir un amigo, somos parecidos pero muy diferentes. Con estas premisas bien vale participarles, amables lectores, aquello que diviso en mi horizonte 2018, elementos que serán ciertamente mis compañeros de ruta.

-Anhelo contar con salud y ganas de vivir, dos componentes que no necesariamente guardan relación de causa y efecto. Conozco gente con excelente salud que vive un aburrimiento demencial. Despertarme para disfrutar de un nuevo día es un privilegio que merece ser justipreciado. Vivir con intensidad cada instante –lo único verdaderamente mío– es mi decisión.

-Lo que acontezca con mi familia es fundamental en mi agenda personal; esos nexos indisolubles me ayudan a precautelar mi bagaje de valores y tradiciones. Son parte de mi familia aquellos amigos íntimos que a base de comprensión y metas similares llegaron a involucrarse en mi vida: pensamos de forma similar, actuamos coordinados y cada día nos entendemos mejor; además, hemos comenzado a necesitarnos, a buscarnos, a extrañarnos.

-Anhelo que luego de la Consulta popular, LMG muestre finalmente su verdadero rostro y nos demuestre hacia dónde intenta conducir a Ecuador y con quiénes desea hacerlo. Existe un ambiente de marcada desconfianza en la gestión presidencial. ‘Gatta ci cova’ resume lo indicado. Hay olor a gato encerrado. La desconfianza es un arma fatal. El presidente está obligado a mostrarnos su verdadero rostro para nosotros actuar adecuadamente. Un nuevo equipo de trabajo, alejado de nefastas parodias revolucionarias, será una clara manifestación de que Ecuador decidió cambiar.

-Necesitamos un vicepresidente con personalidad suficiente para combatir la corrupción y luchar para que los corruptos vayan a la cárcel y se recupere el dinero robado al Estado. César Montúfar Mancheno, o quien tenga iguales atributos, honrará esa dignidad tan venida a menos y nos devolverá la esperanza y el optimismo. Es una oportunidad de oro, presidente LMG.

-La década malgastada, presidida por RCD, entre tantos otros, cometió un error garrafal: arrinconó a los ecuatorianos mayores de sesenta o setenta años, desperdiciando así ciencia y experiencia que bien pudieron servir con eficiencia al país; en su lugar escogió a personas jóvenes incapaces de pronunciar un no a quien sorpresivamente les encumbró a dignidades insospechadas. El tiempo vuela, presidente.

-La década malgastada en lugar de usar los medios de comunicación para construir un país responsable, destruyó fortalezas y sembró incertidumbres y falsedades. La educación, bien dirigida y fortalecida, debe cumplir con su misión: formar adecuadamente a la niñez y juventud ecuatorianas.

“Lenín Moreno es un supino farsante o él decidió hacer historia. No tengo elementos para afirmar la primera parte de esta disyuntiva. Ecuador anhela que la segunda sea verdadera’’.