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Editoriales David Samaniego

Tres meses y algo más

Tres meses y algo más

Leí esta madrugada, no recuerdo dónde, que lo verdaderamente cierto, al cumplirse los primeros cien días de gobierno de Lenín Moreno, es lo incierto. Concuerdo con el análisis. La incertidumbre tiene causas y es portadora de riesgos de extrema peligrosidad. Los días vividos por este régimen y los que están por venir ponen a pensar a los estrategas. No solo que se asemejan a un tablero de ajedrez, sino que requieren de mesura, tino, civismo, sutileza, coraje, cálculos y supuestos que bien pueden desquiciarnos y trastocar resultados.

El terreno que se pisa tiene pantanos y esconde peligros. Existen dardos camuflados y cazadores expertos que buscan herir y envenenar a quienes han empezado a pensar de manera distinta, están actuando en una dirección, aparentemente correcta, y sienten que deben arriesgarlo todo para devolver al país la tranquilidad de vivir en democracia. Aunque hay incertidumbre también por los ajustes y medidas que se estudian; se presume nos afectarán y exigirán sacrificios.

Urge un cambio de mentalidad, porque luego de diez años de un Estado-propaganda es menester erradicar la cizaña para impedir que continúe el deterioro de nuestra identidad. No es que tenemos Patria desde hace diez años, sofisma perverso. Es menester reestudiar la historia de Ecuador. No somos propiedad de AP u otro movimiento político. Los mesianismos y cacicazgos, no importan su color ni ubicación, jamás cumplieron con sus postulados. Nacimos para ser libres. Las leyes deben ordenar nuestra convivencia. Quienes son elegidos para diversas funciones del Estado tienen el deber de gobernar con eficiencia y pulcritud.

La incertidumbre debe ceder paso a las indispensables certezas que requiere un pueblo para confiar en su gobernante y este en sus gobernados. Mucho tiempo hemos vivido cerca de la violencia verbal, de un accionar errático y del abuso de parte de malos servidores públicos. Sin embargo, por justicia, es necesario una aclaración para desvirtuar posibles ‘injusticias’ que puedan darse por falta de precisiones al formular ciertos juicios de valor. La administración pública, per se, no es corrupta como tampoco todos sus integrantes. Sabemos que existen muchos corruptos en las altas jerarquías y en las medianas, pero de allí a pensar que todos los que ocupan u ocuparon puestos de responsabilidad en la administración pública sean corruptos hay un largo trecho. Sé de personas que lucharon para impedir transgresiones a la ley. Sancionaron a los culpables. Al final abandonaron sus cargos. Hoy pasean por calles y poblados con las manos limpias y sin guardaespaldas; uno de ellos me escribe: ‘’Ojalá algún día dedique un espacio a los honestos que trabajamos para este Gobierno y que doy fe de que sí los hay!!! Las ratas a las alcantarillas y nosotros a caminar con la frente en alto al no haber defraudado nuestros principios, a nuestras familias, amigos, compatriotas y a un Dios que nos juzgará al final de nuestros días’’. ¡A todo señor todo honor!

“Lenín Moreno es un supino farsante o él decidió hacer historia. No tengo elementos para afirmar la primera parte de esta disyuntiva. Ecuador anhela que la segunda sea verdadera’’.(O)