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Editoriales Roberto Passailaigue

El 24 de mayo y Roldós (III)

El 24 de mayo y Roldós (III)

El Ab. Jaime Roldos Aguilera fue un magnífico orador, se proyectaba como figura continental por su ética y forma de actuar, pretendía ser justo y respetaba los derechos tanto como los deberes y obligaciones. Su pensamiento universal y democrático, quedó plasmado en su último discurso, pronunciado en el Estadio Olímpico Atahualpa de la ciudad de Quito el 24 de mayo de 1981, antes de tomar el avión que lo llevaría en el fatídico vuelo de Quito a Zapotillo.
“Las democracias no deben ni pueden ser débiles, por lo mismo, este gobierno, con la fuerza del derecho y de su origen popular, no confunde libertad con anarquía, critica con irrespeto, tolerancia con la bulla.”
“No hemos abdicado ni abdicaremos de las tesis de los derechos humanos, puesto que no es tesis coyuntural ni acomodaticia pero somos claros al expresar que los derechos humanos no pueden ser invocados como arbitrio negativo de las democracias o caballo de Troya de los extremismos.”
“Los principios valen por sí y no por su condicionamiento a determinadas doctrinas políticas. Por ello no permitiremos, a fuerza de ser y seguir siendo democráticos que el terrorismo o la anarquía ingresen al país. Seremos, como lo hemos sido, inflexibles y con la ley en la mano.”
“Tolerancia democrática no es impasibilidad ante los enemigos del orden legítimamente constituido… Probemos el amor de la Patria cumpliendo cada quien con nuestro deber. Nuestra gran pasión es y debe ser el Ecuador. “
Concluye su histórico discurso, diciendo: “El Ecuador democrático, capaz de dar lecciones históricas de humanismo, trabajo y libertad. Este Ecuador Amazónico, desde siempre y hasta siempre. ¡Viva la Patria! “
Le faltó tiempo para transformar al Ecuador como lo tenía previsto, se hubiera identificado como un estadista de proyección continental y mundial como se lo percibía. La fatalidad privó al Ecuador de un gran presidente. El Ecuador, Guayaquil, y la Universidad de Guayaquil, le debe a Jaime Roldós el real reconocimiento que se merece. Su nombre debe reemplazar al de extranjeros que en nada han aportado al Ecuador ni a su historia.