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Editoriales David Samaniego

Baúl de intimidades

Baúl de intimidades

Lo íntimo no se importa. Nace y vive con nosotros. Nos acompaña. Habita bajo la piel. Al término ‘íntimo’ en ocasiones se lo desfigura por referirlo a hechos que se apartan de la normativa general; se lo convierte en algo raro, escondido, lascivo, repulsivo. En nuestro caso lo íntimo no tiene otro significado que lo personal, peculiar, ‘solamente mío’.

Yo tengo mis intimidades, tú tienes las tuyas, él, nosotros, vosotros y ellos las cargan, muy propias, desde su infancia. Lo interesante es que esta posesión personal es ignorada por el público y se convierte en un imperceptible de relativa trascendencia, es ‘mi secreto’. Quienes están cerca de nosotros se afanan por hurgar nuestro mundo interior, dicen conocernos ‘como que nos hubieran parido’, pero no es verdad: cuando escuchamos juicios de valor sobre nuestro deambular, positivos o negativos, sabemos que a pesar de intentarlo no pueden bucear en el ancho piélago de nuestras intimidades. Fuimos hechos así, blindados ‘de nación’, encerrados con una sola llave que la poseemos solo nosotros. Sabiduría de la naturaleza, dicen los estudiosos; creación divina, afirman los creyentes. Somos portadores de un equipaje repleto de secretos.

Los libros de psicología, más aún los de psiquiatría, están llenos de nociones y hallazgos de ese mundo interior por haberlo estudiado y también por haber ingresado a su interior, en ciertos casos, para descifrar motivaciones y voliciones de un yo inconsciente, empresa gigantesca y arriesgada como bucear en mares turbulentos o demasiado profundos. Lejos de estos tecnicismos, lo que me interesa para completar el tema iniciado es sacar conclusiones que nos ayuden a entender mejor el comportamiento humano entre congéneres.

-¿Cómo se relaciona la pareja de enamorados, luego esposos, si cada uno desconoce esa parte íntima, oscura e ilegible, de quien tiene a su lado? ¿Es posible amarse en estas circunstancias? Históricamente se demuestra la factibilidad de tamaña empresa, pero requiere de espacios y tiempos que ayuden a trasladar a lo real los anhelos y propósitos buscados. Toda relación con el otro (empresario, político, religioso, partidario, enamorado, deportista, médico, confidente, amigo, etcétera) conlleva el mismo riesgo y se convierte en una aventura maravillosa, porque es la dación generosa de mi asentimiento o de mi voluntad para un entendimiento o comprensión de largo alcance. Esta realidad someramente descrita conlleva exigencias que no deben descuidarse si se busca una relación personal estable y satisfactoria. Unos cuantos renglones más para explicitar lo que pretendo:

-El mundo de las relaciones interpersonales es amplio porque es un proceso en constante formación, inconcluso por esencia.

-Existen relaciones efímeras, intrascendentes, ocasionales: un viaje, un congreso, la invitación a un festejo, una fiesta deportiva, etcétera. Son relaciones epidérmicas, saludables en ocasiones, que no conllevan compromisos.

-Toda relación que aspira a ser duradera tiene sus requisitos: mutua decisión de caminar juntos, comunión de objetivos, confianza mutua, sinceridad, lealtad, compatibilidad de caracteres y la voluntad de intercomunicarse también aquello que es parte del baúl de intimidades.

Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos”, Sigmund Freud. (O)