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Editoriales David Samaniego

Cacería existencial

Cacería existencial

En Salinas, La Milina, hace pocos días, escribí unos renglones que luego los citaré. Esta vez estoy en ayuno y abstinencia en cuanto a referencias del acontecer político. Al transcribir los renglones del texto en mención, a estas páginas de EL UNIVERSO, obedezco sugerencias de buenos amigos que desean que su contenido sea de consumo público. Lo hago con agrado, con estas premisas que pido compartirlas.

1. No es difícil escribir, tampoco reflexionar. Es necesario proponerse y aprovechar ciertos momentos en los que la palabra fluye, el pensamiento se vuelve ágil y los razonamientos señalan cauces de expresión de sentimientos. Somos un amasijo de posibilidades y causalidades que es menester administrarlo adecuadamente.

2. Leer un texto reflexivo y releerlo es útil y bueno. Mejor, sin embargo, si se comparte la lectura con un grupo cercano y afín: la familia, los amigos, los maestros, personas sin especificaciones especiales. En ese momento la palabra toma vida y el cruce de opiniones saca a flote verdades ocultas y engendra decisiones importantes.

3. Los padres con sus hijos, los maestros con sus alumnos, los directores de talento humano con su personal, etcétera, son momentos aptos para que las ideas sin abandonar la mente se transformen en actitudes y maneras inteligentes de encarar la vida.

4. Hablar es fácil, todos hablamos. Pensar es parte de nuestra naturaleza, sin embargo, no todos lo hacemos. Ser testimonios de aquello que pensamos es una tarea habitualmente incumplida. El camino del ‘quiero’ al ‘hago’ suele ser largo y tortuoso, pero factible. Transcribo ‘Cacería existencial’:

‘Me alegro de haber nacido con pies de barro porque estos me obligan a caminar con cautela extrema. Una fisura es un peligro y un rompimiento preludia un colapso. Me alegro porque la distancia entre el suelo y mis pies es pequeña y cuando se anuncia el desplome, la caída no rompe estructuras.

‘Me alegro de ser como soy. Oteo horizontes, aspiro a volar muy alto, pero al final de finales, prefiero caminar, aunque sea con pies de barro, porque sé que al caminar puedo todavía seguir soñando con vuelos audaces, insospechados.

‘Lo que mi cuerpo me impide hacer lo hace con creces mi espíritu: en segundos recorre el mundo, en instantes escala las montañas más altas y de pronto se sumerge para contemplar la belleza del mar, de su flora y de su fauna.

‘Volemos todos nuestros vuelos, caminemos todos nuestros caminos, pero jamás dejemos de ser lo que el Hacedor quiso de nosotros: seres imperfectos en permanente cacería de la perfección’.

Hace pocos días leí los consejos de un padre a su hijo: “Cuando más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace. La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitir a los demás descubrirlas. Recuerda que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero. Nadie está más vacío que aquel que está lleno de ‘yo mismo’ por dentro. Practica la humildad con regularidad…”. (JFWS, El Comercio, 23-V-2016).

“Olvídate del mundo. Piensa solamente en lo que llevas piel adentro y sabrás qué dulce y qué sabroso es, de pronto, vivir”, Jorge Debravo. (O)