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Editoriales Roberto Passailaigue

Defender la industria nacional

Defender la industria nacional

La Ministra de Industrias y Productividad, en una entrevista ha manifestado que “Hay que defender también a la industria nacional”, con lo cual coincido plenamente.
A la industria nacional se la defiende creando el entorno adecuado para fomentar la productividad y competitividad propicia para su fortalecimiento y expansión, garantizando la seguridad jurídica para que exista inversión nacional e internacional, eliminando trabas, impuestos y tasas a la inversión y la salida de capitales, reduciendo normas tributarias fiscalistas tendientes a obtener más fondos del sector privado, para solventar el déficit económico dejado por la fanfarrea del gobierno anterior.
La eliminación de modalidades de trabajo por periodo fijo o por horas, que son necesarias para determinado tipo de industria o prestación de servicio, convierte todo contrato laboral en plazo indefinido, encareciendo al máximo la mano de obra, lo que significa que las remuneraciones salgan del promedio de la región, y en lugar de aumentar el empleo, se lo reduce. A esto sumamos los altos costos de energía eléctrica, agua potable, impuestos y salvaguarda a los insumos, herramientas, maquinarias y materia prima importada, haciendo que los precios de producción sean más altos que nuestros vecinos y de los países de mayor desarrollo industrial. Felizmente se ha dejado sin efecto el anticipo a una renta no ganada.
No se defiende la industria nacional aumentando salvaguarda o tributos a las partidas arancelarias, con lo cual el gobierno tiene mayores ingresos a costa del pueblo ecuatoriano como mercado cautivo, que termina pagando mayor precio por productos importados de mejor calidad y cantidad, obligando a consumir productos nacionales caros y de menor calidad, incentivando la falsa industria.
Hay que fomentar la inversión nacional y extranjera, crear incentivos tributarios, impulsar el emprendimiento, mejorar la calidad y bajar el costo de la producción nacional, permitir modalidades de trabajo funcionales, para que exista competitividad y productividad en los mercados, sin atentar al libre comercio.