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Editoriales Roberto Passailaigue

LA CULTURA DE LA ANTI CULTURA (II)

LA CULTURA DE LA ANTI CULTURA (II)

La guerra de ideas propicia la desnaturalización de la familia y sociedad, eliminando el orden, disciplina, respeto y demás valores humanos, para crear el caos y anarquía, como caldo de cultivo de la inconformidad social con tendencia comunista atea y anticlerical, contrarios al orden estatuido, impulsando un falso concepto de felicidad hedonista, mediocre y pedigüeña de derechos sin cumplir las obligaciones, base del libreto progres saupaulista.

Los códigos del lenguaje, vestimenta y comportamiento que configuran el buen vivir, se transmiten hablando correctamente como parte de la comunicación asertiva, cortés y respetuosa, ahora tergiversada por lo por lo irreverente, chabacano, vulgar y soez, como símbolo de los tiempos.

Escuché a un comunicador y a un político que, con desfachatez e impudicia, expresaban que “el pueblo es así, habla así y hay que identificarse con el pueblo”. Tremenda falacia producto del deseo de figurar en los ratings de publicidad y sintonía, utilizando un lenguaje soez y vulgar, para que las masas los oigan y se solacen en la estulticia.

No es posible que con la muletilla de “Con el debido respeto”, o con “el permiso de ustedes”, etc., se use un lenguaje confrontativo cargado de calificativos ofensivos o insultos de toda clase, colores y calibre.

La educación y formación holística de influencia social múltiple, transmite el conocimiento y comportamiento por modelaje y se aprende por imitación. Los estudiantes y la ciudadanía hacen y dicen lo que ven hacer y decir a sus autoridades, a comunicadores, maestros, padres, a todos a sus referentes. Un país sin cultura es un país sin identidad, sin educación, orden ni disciplina, propicio a la delincuencia, caos y anarquía.

Justificarse en que utilizan el lenguaje del pueblo para llegar a ellos, no es correcto, porque los comunicadores sociales, autoridades y los maestros están para culturizar a la sociedad, educar al pueblo, formar a la juventud en valores y principios, en el buen vivir, no para transmitir esa cultura de la anticultura, de la irreverencia, irrespeto, impudicia y vulgaridad.