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Editoriales David Samaniego

‘La niebla’ (The fog)

‘La niebla’ (The fog)

Termina febrero…, la libertad debió brillar con mayores esplendores. Hoy se conocerán los nombres de los siete jinetes del apocalipsis o de los siete adalides ‘de la aurora gloriosa que anuncia libertad’.

La semana anterior volví a ver La niebla, de John Carpenter, película americana de terror. Les traslado, amables lectores, una síntesis del argumento, al genuino estilo ‘vidrio’: “La acción transcurre en la localidad californiana de Antonio Bay, cuya fundación se relaciona con un secreto oscuro del pasado. En aquel entonces, los primeros colonos atrajeron deliberadamente al arrecife a un barco valiéndose de un fanal para impedir que se abriera allí un lazareto. Un acomodado leproso había comprado con oro los terrenos donde se habría construido el lazareto. Ese leproso y sus compañeros de infortunio viajaban a bordo del barco, terminando ahogados. Después del naufragio, los seis conspiradores que urdieron el plan fundaron Antonio Bay valiéndose del oro de los leprosos y utilizaron una parte de él para alzar una cruz en el altar de la iglesia…”.

La niebla describe, con montaje apocalíptico, el retorno de los espíritus de aquellos leprosos para recuperar lo propio. La maestría de Carpenter está en crear una masa de niebla, más blanca que gris, que ingresa a la bahía cobrando víctimas a su paso; es una masa que atemoriza, que crea indefensión, que aturde, que enloquece, que mata. Son protagonistas el pánico, la presencia de un enemigo oculto, la falta de posibilidades de defensa, la certeza de un cruento final, porque el miedo se pasea a sus anchas. Carpenter, sin haberlo querido, me recuerda a Alfred Hitchcock, el genial maestro del suspenso, que en 1963 creó Los pájaros, película apta para entender mejor ciertos entretelones de la vida.

Con Carpenter presente y Hitchcock en el telón de fondo, me resulta más fácil entender a ‘mi lindo Ecuador’. LMG no merece, aún, un puesto junto a los maestros del suspenso, pero se aproxima: su rostro es una esfinge apta para variadas predicciones; su palabra dice y no dice, tiene algo para todos y muy poco para cada uno; ama el equilibrio, lo practica, dialoga, se sostiene sin entender cómo lo hace, pero lo hace. No sé si Carpenter diseñó su plan de gobierno, porque una densa neblina nos amenaza y atenaza, nos aturde y enturbia…, no el futuro, el presente.

¿Cree el presidente en la estupidez del pueblo? Si le pregunto me dirá que no, pero él tiene a su lado a una vicepresidenta que suelta de huesos se la juega por Maduro, no por Venezuela. Nosotros nunca comprenderemos por qué se mantiene como autoridades a los cómplices de la debacle moral y económica del Ecuador. Pontificar las bondades de los gobiernos de Cuba y sus adláteres es menospreciar la vida y atropellar la historia; adherirse al pelotón de ambiciosos que pretenden afincarse en el poder como elegidos de los dioses, en Bolivia, Venezuela, Cuba, Ecuador o Brasil, es abdicar de la libertad. Una densa niebla cerca al Ecuador. LMG ‘¿es un supino farsante o decidió hacer historia?’. Una densa niebla entorpece la visión.