Blog Ecomundo

Editoriales David Samaniego

La piel arrugada…

La piel arrugada…

A todos nos pasa que, de repente, deseamos visitar a un amigo, llamar por teléfono a personas distantes, viajar y tantas cosas más que requieren de un momento de decisión para que la idea deje de ser tan solo una buena idea.

Me agrada hacer realidad mis deseos, anhelos y propósitos. Me ayudo de mi agenda para anotar lo que decido hacer, para fijarle un tiempo, darle un espacio. Aquello que no hago hoy es prioridad para mañana: una forma de evitar frecuentes sueños truncos.

– El sábado 8 de julio, este servidor y mi compañera de ruta lideramos un paseo familiar por la topografía azuaya. Dejamos Salinas el jueves 6. En cinco horas llegamos a Cuenca. Ya en casa coordinamos detalles del paseo. Alquilamos un transporte turístico, lo repletamos con los inscritos y fijamos el itinerario: Cuenca-El Valle-San Bartolo-Sígsig-Molón-Matanga; el retorno sería por Principal y Chordeleg.

-Cinco vehículos pequeños eran suficientes para realizar el viaje proyectado, pero decidimos por unanimidad hacerlo en un bus con capacidad para veinte personas. ¿La razón? El paseo familiar tenía objetivos concretos: conocer nuevos espacios, recordar lugares ya transitados y, de manera especial, convivir, dentro del bus y fuera de él. La experiencia resultó maravillosa y se cumplieron todos los objetivos. Lo planificado funcionó como reloj suizo. Niños, jóvenes y adultos pudimos intercambiar bromas, sugerencias, conocimientos, etcétera; no sentimos cansancio durante las diez horas que duró esta singular aventura familiar.

-Junto a la plaza de Tudul se yerguen las hermosas torres del santuario de María Auxiliadora, construidas con piedra, admirada por propios y extraños. Junto a la iglesia, en la escuela Alberto Castagnoli estudié la primaria con tan buenos maestros salesianos que hacían del saber una distracción y del cumplimiento de obligaciones un honor. Ingresamos a la iglesia para una plegaria de acción de gracias. Finalmente dejamos el templo custodiado por su enorme puerta, tallada en nogal, que en 2020 cumplirá cien años.

La lluvia nos preocupa, tenue e inclemente. Decidimos bajar a Zhingate, a orillas del Santa Bárbara, un espacio maravilloso, cuidado con esmero y pensado para solaz de turistas y coterráneos que buscan un remanso de paz o un rincón para la inspiración o el idilio. El río está crecido. En esta época la lluvia es frecuente en la región austral. Un café caliente alimenta nuestro optimismo. El sol llega, nos abriga y se va.

-Llegamos al temido Matanga, en la frontera entre Azuay y Morona Santiago. La lluvia, neblina y el viento helado no merman nuestro optimismo. Recorremos la inconclusa carretera Sígsig-Gualaquiza que debió terminarse hace cinco años. Regresamos: Molón-Cutchil-Chobshi. Un almuerzo exquisito y luego la visita al complejo arqueológico Chobshi-Shabalula. El clima de la tarde no pudo ser mejor.

-Se cierra el telón. Hemos doblegado distancias y cruzado montañas. Palpamos las arrugas de una milenaria topografía. Nos conocemos un poco más. Nos queremos mejor que antes. Nuestra geografía a más de caprichosa es sorprendente.

En la vida familiar, el amor es el aceite que alivia la fricción, el cemento que une y la música que trae armonía”, Eva Burrows.(O)