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Editoriales Roberto Passailaigue

MI ESCUELA SEGURA

MI ESCUELA SEGURA

Ante el auge delictivo en el país, los Ministerios de Educación y del Interior instituyen el Programa Mi Escuela Segura, que contiene protocolos de atención y respuestas ante desastres naturales y problemáticas como la inseguridad, lo cual ha sido muy bien recibido por la ciudadanía y el sistema educativo.

En cuanto a los protocolos de prevención de riesgos por desastres naturales y prevención de la delincuencia que determina el programa, no es nada nuevo, ya las instituciones educativas tienen y aplican sus planes de acción con simulacros anuales. Lo que sí es nuevo, es el resguardo policial al ingreso y salida de clases, en unos 220 establecimientos educativos de todo el país y que, según la ministra de educación “ésta es la primera etapa y que el plan contempla el 100% de las instituciones educativas de todo el país…”, que son 25.495 unidades educativas, lo cual sería ideal.

Ante no hacer nada, el poner presencia policial en determinados planteles, ya es bastante, cuando la Policía no tiene elementos ni para controlar el orden y seguridad pública, peor para poner resguardo en cada institución educativa, lo que en la práctica es inejecutable y, por tanto, demagógico.

“La violencia dentro del sistema educativo es un reflejo, es un síntoma de la violencia en toda la sociedad…” expresó la ministra y es verdad. En las escuelas y colegios ha aumentado las irregularidades y actos delictivos, pero esto se debe al escaso o nulo control que se ejerce dentro de los planteles, por una mala interpretación y peor aplicación de supuestos criterios garantistas de derechos que impulsan los progres y en especial a la implementación de una ideología de género, que no es de una generación, sino degenerada.

Si el mismo Ministerio de Educación fomenta el irrespeto de los códigos de convivencia, el facilismo sin rigurosidad académica ni disciplina, sin límites ni normas de comportamiento de los estudiantes ¿qué podemos esperar de esa juventud que pasa por las aulas sin controles, límites, valores ciudadanos ni principios éticos? Se convierte en caldo de cultivo para la delincuencia.