Luego del atentado en Barcelona, el mundo entero volvió a pronunciarse contra el terrorismo islámico que azota a la humanidad, propagándose por la inmigración descontrolada y alimentada por quienes a cuenta de la interculturalidad y libre movilidad, con irreverencia anarquista se autodenominan progresistas y sostienen una defensa ideológica fundamentalista de Estados sin fronteras, asistencia pública sin límites, gobiernos abiertos, igualdad de derechos de extranjeros y nacionales, redistribución de la riqueza ajena o fiscal, etc., lo que conlleva a la decadencia de nuestra cultura.

Los musulmanes están invadiendo a Occidente. Se calcula que Francia tiene 5 millones de musulmanes, Inglaterra y Alemania 3 millones cada uno, España como 2 millones y EE. UU. cerca de 500.000. La tendencia del crecimiento demográfico es de 8 hijos por familia musulmana, contra 1,5 hijos de los hogares de Occidente.

La población musulmana será el 4,09 % en la Unión Europea en 2020 y para 2050 será 8,12 %. En el resto de países europeos fuera de la UE crecerán del 5,9 % al 10,2 %, casi a una tasa del 100 %. En el mundo pasarán del 23,2 % al 29,7 % para mediados de siglo, mientras los cristianos bajarán del 74,23 % actual al 61,81 %, según cálculos de ABC a partir de los datos del instituto Pew Research Center. Países como Indonesia, India, Paquistán y Bangladesh tienen el mayor número de residentes musulmanes.

Una cultura de Oriente como la musulmana, tiene sus propias costumbres, creencias, historia y religión, totalmente incompatibles con la nuestra. Mientras Occidente los acepta como inmigrantes, les otorga los mismos o mayores beneficios que a los nacionales, ellos no hacen nada por adaptarse a las leyes, costumbres y sistema de vida del país que los recibe. Actúan en silencio y aparente pacifismo mientras se organizan y multiplican, pero cuando logran mayorías quieren imponer sus leyes y costumbres, volviéndose violentos. Es hora de que los líderes de cada país enfrenten el grave problema de la invasión musulmana, caso contrario, desde ya empecemos a entonar un réquiem por Occidente.

Guayaquil, sábado 23 de septiembre de 2017