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Editoriales David Samaniego

Santa Rosa y su puerto pesquero

Santa Rosa y su puerto pesquero

Estoy domiciliado en el cantón Salinas, en la urbanización La Milina. Las urgencias de un grupo humano que trata de progresar hace que las miradas y desvelos se centren en el entorno cercano –algo justo y necesario– pero se corre el riesgo de perder la visión de conjunto, de adquirir una miopía cívica. Hace pocas semanas, cuando se abrió la circulación por la vía principal de penetración a Santa Rosa, decidí ingresar. Mi sorpresa de satisfacción fue in crescendo. Las calles: asfaltadas unas, otras por concluirse. Sana envidia. Ya era tiempo. El parque central ha sido regenerado con buen gusto, mostrando su malecón con vista a la rada repleta de pangas y pequeñas lanchas de pescadores. ¿Y el puerto? Era la pregunta que urgía por una respuesta, pero antes un poco de historia.

En esta columna, en marzo de 2011, escribí: “El puerto pesquero de Santa Rosa se presenta sucio, maloliente, carente de la mínima limpieza que debe existir en un ambiente donde se manipulan alimentos. Las bodegas son espacios lóbregos reñidos con el ornato y la autoestima, igual sus comedores, salones y tiendas. La vía de penetración, mal llamada carretera, entre ida y vuelta no mide más de tres kilómetros, es un monumento a la indolencia”; en junio de 2013 sobre el mismo tema: “… una grata noticia: en seis meses, bien puede ser antes, Santa Rosa cambiará de cara radicalmente. La suciedad se convertirá en aseo; lo indecoroso y de mal gusto tendrá su refinamiento; las vías serán reconstruidas…”. Fueron promesas, burdas mentiras, engaños planificados. Nada de lo anunciado se hizo. EL UNIVERSO, desde hace seis años, dio generosa cabida a los reclamos que urgían adecentar el puerto.

Mi curiosidad por visitar el puerto era grande, habían pasado muchos años de una promesa incumplida. La nueva administración del GAD de Salinas se propuso hacer de Santa Rosa un espacio digno para vivir y atractivo para quienes deseen visitarlo, pues tiene paisaje, cercanía al mar y la fascinante actividad de un puerto pesquero. Con enorme satisfacción constato que lo está consiguiendo. Un monumento al pescador señala el ingreso al puerto. La vía ha sido asfaltada y sus obras de arte concluidas. Se respira mayor salubridad. Si bien quedaron truncas algunas promesas del gobierno central por la crisis económica, los sueños siguen intactos: hacer de Santa Rosa un puerto pesquero similar al de Anconcito.

Se conoce que el alcalde Cisneros tiene planes para toda Salinas. La Milina consta en su lista. La excusa de que nada se puede hacer porque no hay dinero y que ‘administraciones anteriores endeudaron irresponsablemente al GAD de Salinas’, por suerte, ha dejado de ser un argumento para solapar indolencias. Se está tomando al toro por los cuernos.

El cumplimiento de promesas debe aplaudirse. En este mes Santa Rosa celebra sus fiestas patronales. Ahora tiene sobrados motivos para hacerlo. Adecentar locales comerciales y viviendas, además de mejorar el comportamiento de los usuarios del puerto, es una tarea emergente, impostergable. ¡Bien por Santa Rosa!

Santa Elena es una joya que debe brillar”. (O)