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Editoriales David Samaniego

Un nuevo año lectivo

Un nuevo año lectivo

Sábado 16 de abril de 2016. Dieciocho horas con cincuenta y siete minutos. El litoral ecuatoriano es fuertemente remecido. El país se estremece. Manabí y Esmeraldas sienten los estragos de un sismo de magnitud 7,8 de intensidad. Construcciones grandes y pequeñas: unas resisten, otras se desploman. Urge la reconstrucción.

La droga en Ecuador es decomisada por toneladas. Centenares de niños y jóvenes se convierten en expendedores en el interior de escuelas y colegios, la droga destruye y mata. Se hacen requisas, se montan patrullajes de control. Niños y jóvenes sucumben. Sus ideales se convierten en escombros. Urge la redención.

Construir es una ciencia, un arte, una vocación. No se construye sobre arena. No se entregan responsabilidades a inexpertos. No se juega con la vida.

Educar es una ciencia, un arte, una vocación. Los saberes no se improvisan. La vocación no obedece consignas. Los verdaderos maestros nacen y se hacen cuando sienten dentro de sí el llamado a coadyuvar en la formación de infantes, niños y jóvenes.

Es mejor construir con los mejores materiales y con las técnicas apropiadas, antes que reconstruir lo mal hecho. Es mejor educar como Dios, la sociedad y la pedagogía mandan, antes que inventar lugares de regeneración para niños, jóvenes y adultos.

El hierro y el cemento al igual que la libertad y el respeto al derecho ajeno; el agua, la buena arena y la piedra al igual que la fe, la razón y el amor constituyen elementos imprescindibles en toda construcción destinada a permanecer en el tiempo y en el espacio y resistir vendavales y tormentas.

Se ha iniciado en el régimen Costa un nuevo año lectivo. Tanto el Estado como centros educativos particulares son los encargados de la instrucción y formación de infantes, adolescentes y jóvenes. Las instituciones particulares ofrecen un espacio pedagógico responsable para que los padres de familia den a sus hijos la educación que a bien tengan o ‘ejerzan la libertad de escoger para sus hijas e hijos una educación acorde con sus principios, creencias y opciones pedagógicas’, según la Constitución de Montecristi.

La existencia de la educación particular en el Ecuador jamás fue considerada como una dádiva del Estado; ella nace para dar una respuesta concreta al derecho de los padres de familia. Toda iniciativa oficial orientada a propiciar su estrangulamiento, de darse, sería una clara conculcación de un mandato constitucional. Tender puentes es propio de gente sensata y capaz que busca comprensiones y unión de fuerzas constructoras.

La educación particular, confesional o laica, siempre buscó ayudar al Estado ecuatoriano forjando gente de bien, ciudadanos del mundo cumplidores de obligaciones, amantes de la libertad, abiertos a las exigencias de una democracia responsable. Los estudiantes aprenden de sus maestros a respetar y respetarse, saben que “las palabras son como las abejas: tienen miel y aguijón”.

Debe ser obligación de todo centro de educación formar juventudes capaces de discernir entre lo bueno y lo malo, lo justo e injusto, lo conveniente y nocivo; jamás convertirse en centros de adoctrinamiento político. La lógica y la ética deben ser parte de su mochila estudiantil.

“Ad superna intenti”, C.C.C. (O)