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Editoriales Roberto Passailaigue

VERGÜENZA DE CANDIDATOS

VERGÜENZA DE CANDIDATOS

El tiempo de elecciones es como feria de pueblo, con baratillo de ofertas demagógicas y populistas, desde las barracas de los movimientos y partidos políticos, que hacen campaña con el dinero de los ecuatorianos y ahora, según denuncias de asambleístas y del presidente de la República, con financiamiento del narcotráfico.

Cualquier persona ahora es candidato a las dignidades de elección popular, atendiendo el llamado de la democracia, que en fondo responde a sus intereses particulares, personales, grupos o partidos políticos. Es inaudito que, en Ecuador, para las elecciones tengamos 60.000 candidatos aproximadamente, con 279 organizaciones políticas.

Escuché parte de las intervenciones de algunos candidatos en los debates organizados por el CNE y, realmente dan vergüenza, con honrosas excepciones. Sus intervenciones han puesto en evidencia la falta de capacitación, experiencia, competencia y hasta de probidad. La mayoría son entre mediocres y malos, ni siquiera saben hablar, desconocen las funciones del cargo o institución a la que se han candidatizado, no entienden como llegaron donde están, que no deberían estar ahí y que no harán nada útil desde donde se promocionan, por lo que mejor sería bajarlos de esa nube, que en muchos casos tiene olor a droga del narcotráfico, a pólvora del sicariato y a carroña de la corrupción y delincuencia.

Un candidato a prefecto que oferta bajar el 50% de los peajes, ignora que los valores resultan de estudios técnicos y existen contratos que fijan precios y condiciones, por lo que no se puede bajar por bajar. Casi todos ofertan intervenir en educación, salud y seguridad, cuya mejora es clamor ciudadano, pero no son competencias de prefecturas ni alcaldías. Claro que pueden contribuir en convenios con la autoridad del gobierno central, pero no pueden ofertar como plan de trabajo, porque son ofertas demagógicas, falsas y engañosas.

Se debe votar por el candidato valioso, con competencia, experiencia y probidad, rechazando a los ignorantes y oportunistas que solo quieren llegar o volver, para aprovecharse del cargo.