Suspender al estudiante
21/12/2025 2025-12-22 12:05Suspender al estudiante
En la plataforma de “El Poder del Liderazgo Humanista” escuché a Santiago Ávila Villa,
quien respondiendo a la pregunta: ¿Suspender a un alumno es malo? (entiéndase
suspender como reprobar un examen), manifestó que: “Claro que no, casi nadie lo dice,
pero muchas veces es justo y necesario. Vivimos en un entorno donde todo tiene que ser
positivo donde suspender parece impensable, pero como explica La Ventana de Overton,
cuando algo se vuelve impensable, dejamos de hablar de ello y eso daña el aprendizaje.
No se trata de castigar, sino de enseñar, esfuerzo y responsabilidad. Dar un suspenso
cuando corresponde es dar feedback real, aunque duela y si duele, pero también motiva a
mejorar. Si eliminamos la posibilidad de suspender, bajamos la exigencia, el estudiante
deja de esforzarse y el aprendizaje pierde valor. En pocas palabras, no es humillar, es
ayudar a crecer. Un suspenso bien dado es un acto de respeto y honestidad educativa, es
decir, te digo la verdad, porque creo en tu capacidad de mejorar. La exigencia no es
enemiga del afecto, es hija de una herramienta esencial para el crecimiento personal.
Suspender a un alumno cuando es necesario, no es un fracaso, es un paso hacia el éxito…”
(Cita larga)
Coincidiendo con este criterio, he sostenido que las evaluaciones no constituyen el fin o el
objetivo del sistema educativo, así como tampoco lo es la simple aprobación de cursos o la
obtención de un título. El propósito esencial de la educación es desarrollar conocimientos,
habilidades y competencias que permitan al ciudadano participar activamente en la
sociedad y aportar soluciones a los desafíos nacionales. En este marco, las evaluaciones
son instrumentos que, sumando a las evaluaciones por tareas, actuación y
comportamiento en clase, permiten conocer el nivel de avance y garantizar la solidez del
aprendizaje.
El proceso educativo requiere verificación continua. Cuando un estudiante aprueba,
evidencia su preparación para avanzar a un nivel superior. Si no lo hace, resulta razonable
repetir la etapa previa, pues ningún proceso formativo puede sostenerse sobre vacíos
conceptuales que comprometan su progreso futuro. Suspender, reprobar una evaluación
o no aprobar un curso, no es sanción ni castigo; es la oportunidad de mejorar sus
conocimientos.
Sostener que los exámenes traumatizan a los estudiantes, es tan absurdo como
argumentar que para evitar la repitencia y deserción, todos tienen que aprobar el año, así
no tengan los conocimientos necesarios,
El problema surge cuando la escuela renuncia a la exigencia: el facilismo, la laxitud
disciplinaria, la normalización del irrespeto y la debilitación de la autoridad docente
generan entornos donde el aprendizaje pierde sentido y la formación ética se diluye. Sin el
acompañamiento de las familias y sin una cultura de responsabilidad, la sociedad deriva
hacia la improvisación, estandarizando la mediocridad, frente a prácticas que alimentan la
corrupción y la violencia.
Formar al nuevo ciudadano ecuatoriano exige recuperar la seriedad pedagógica,
reafirmando las evaluaciones en su papel orientador. La reconstrucción del país empieza
por la educación.
Guayaquil, domingo 21 de diciembre de 2025