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Editoriales David Samaniego

¿A qué jugamos en enero y febrero 2017?

¿A qué jugamos en enero y febrero 2017?

Perdón por “a qué jugamos”, en realidad no jugamos a nada. En enero y febrero fijaremos el rumbo, quizá, del resto del siglo ya iniciado, a sabiendas de que sus primeros dieciséis años no fueron una maravilla. Corregir estructuras, encontrar bases sólidas, replantear espacios son algunas de las recomendaciones para levantar nuevos edificios en zonas devastadas por los sismos. Algo muy parecido nos toca hacer, de puertas adentro, para restaurar al Ecuador con el que siempre soñamos: un pueblo libre, digno, respetuoso y respetado, trabajador, amable y unido en las penas y alegrías. Enero y febrero nos ponen en bandeja opciones que debemos analizarlas para luego seleccionarlas, rechazarlas o aceptarlas. El espacio de esta columna, la primera del 2017, intenta participarles mis perplejidades y certezas. Juntos podemos construir espacios de buen vivir nacional. Hoy sabemos cómo ‘ha sido de hacer’ para que el buen vivir llegue a parientes cercanos, a los amigos de promoción, al grupúsculo de elegidos. Enero y febrero deben ser meses de investigación, de lecturas, de análisis, de consultas, de intercambio de criterios, en meses de intensa actividad mental para llegar al 19 de febrero preparados para rendir un examen vital para el futuro de nuestra sociedad. Enumero a continuación ciertos insumos que bien pueden ayudarnos a divisar el horizonte.

-Ecuador necesita, con urgencia, cambiar. El eslogan perversamente difundido de que ‘Ecuador ya cambió’ es una mentira, hábilmente empaquetada, creada para sobredimensionar un conflictivo y enfermizo ego nacional. Como todo globo, este sofisma al no resistir un análisis crítico explota destruyendo creencias carentes de asideros reales. ¿Vieron ustedes alguna vez al jaguar americano? ¿Saben con certeza de quiénes fueron las manos sucias de Chevron? El estado de propaganda, no importa si con Hitler, Mussolini o Correa, nunca fue de beneficio porque forjó dioses, transformó sueños en realidades, engendró utopías y creó fatamorganas insospechadas.

-Ecuador necesita cambiar ya, el tren de la historia no espera, es preciso embarcarse, todos sus vagones transportan urgencias: las leyes de reciente data tienen que ser traducidas al lenguaje jurídico para que expresen lo que ellas significan y dejen de ser instrumentos de distorsión y extorsión; las funciones del Estado necesitan recobrar su independencia para servir al Ecuador y no a un grupo político, cualquiera que sea, que se adueñe del poder; el presidente, los ministros de Estado y demás funcionarios deben ser servidores y no mandamases ególatras que intentan arrogarse funciones que no les correspondan; es menester abandonar la insana pretensión de infalibilidad de la palabra del mandatario; es también urgente señalar dónde estamos, a dónde nos dirigimos, qué es lo que buscamos.

Mis mayores me enseñaron a cambiar lo que se debe cambiar; a tolerar aquello que es imposible cambiar. Ecuador ha sido atrapado, en los últimos diez años, por un proyecto insano que ha destruido historias e impedido el surgimiento de alternativas proficuas. ¡Prohibido olvidar!

Bienvenidas sean la sensatez y la cordura.

“Ojalá podamos ser desobedientes cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común”, Eduardo Galeano. (O)