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Editoriales Roberto Passailaigue

ÁNGEL DE LUZ

ÁNGEL DE LUZ

No me refiero al pasillo ecuatoriano Ángel de Luz, escrito por la riobambeña Benigna Dávalos que entre sus hermosas estrofas dice: “Los labios que no besan son pétalos muertos, son himnos sin notas, son astros sin luz. Los pechos que no aman son noches polares, sarcófagos tristes que alberga el dolor”.
Se trata de la angelología cristiana como parte de la teología sistemática que trata de los ángeles, su naturaleza y clasificación, cuyo criterio general establece que son criaturas celestiales creados con el mundo. Como servidores divinos, de espíritus puros, inmortales y libres de toda materia, su labor más importante es la de interceder por los hombres, ante Dios. La creencia indica que sus contrarios son los ángeles caídos, servidores del mal que decidieron seguir a Lucifer en su caída al mundo, luego de su insurrección.
Además de la religión católica, también se menciona a los ángeles en el judaísmo, concebidos en la Kabbalah Mística Antigua como seres metafísicos, mensajeros de Dios. En el mundo islámico los ángeles fueron creados de luz antes que los seres humanos y tienen la capacidad de tomar formas humanas, en algunos casos de gente conocida.
En los antiguos templos de Europa se aprecia pinturas y estatuas de estos seres de luz, y poetas, filósofos o santos como Santo Tomás de Aquino y San Francisco de Asís, los visualizaron.
Una leyenda del medio evo cuenta que luego de crear a Adán y Eva, Dios asignaba a todo quien nacía un ser de luz para que lo cuide y guie, pero como la humanidad crecía tanto y no le alcanzaban los seres de luz, otorgó a las madres como seres humanos, la misión de ser sus ayudantes como Ángeles de la Guarda, la que conservan hasta convertirse en seres de luz, después de partir de la vida terrenal.
Sea leyenda o realidad, cuando las madres expiran, estamos seguros que se convierten en Ángeles de Luz, que seguirán cuidándonos e intercediendo por nosotros ante el Dios. El domingo 4 de agosto no he perdido a mi madre, he ganado un Ángel de Luz, que en unión de mi padre, que la antecedió en su partida, velaran por sus seres queridos.