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Editoriales Roberto Passailaigue

Bien por el país

Bien por el país

Cuando el país se nos escapa entre la indiferencia de los buenos, la indolencia y corrupción de los malos, la emergencia sanitaria por la pandemia y la emergencia económica causada, además de la pandemia, por la gran farra de los recursos públicos del gobierno anterior, se avecina una contienda electoral para cambio de gobierno y de los miembros de la Asamblea Nacional.

Los requisitos para ser asambleístas o para ser elegidos como máximas autoridades del país, son menores que para ser conserje de cualquier institución pública – sin desmerecer la ocupación-, a quienes ya se les pide un mínimo de instrucción y tener título de bachilleres. La experiencia debe ser otro de los requisitos para cargos de gran responsabilidad, no es posible que personas sin conocer nada de nada o muy poco de muy poco, lleguen a ocupar dignidades donde tengan que resolver asuntos de gran importancia para el país, sin que siquiera sepan leer bien o redactar una comunicación con oraciones de sentido gramatical compuesto.

A estos males se suma el ego personal en el baratillo de candidatos; se calculaba que podría haber 19 binomios para presidente y vicepresidente de la República. Todo por el deseo de aparecer, de figurar, de ser alguien en el ajedrez político nacional.

Con este escenario, varios precandidatos como Álvaro Noboa han desistido de su nominación llamando a la unidad nacional para evitar que vuelvan por el vuelto las fuerzas del oscurantismo pasado. Hay que resaltar la actitud de Cristina Reyes que, habiendo sido nominada como precandidata por su partido político, también desiste de su justa pretensión para dar paso a una unificación más que de centroderecha, de una tendencia que no quiere el regreso de un pasado dictatorial de corrupción. Los directores de los partidos políticos Social Cristiano y CREO han logrado cristalizar el deseo de una gran parte de ecuatorianos, y sus líderes Jaime Nebot y Guillermo Lasso han depuesto actitudes, dando paso a nuevos paradigmas del quehacer político. No ha ganado ningún político o partido, quien ganaría realmente es nuestro país.