Blog Ecomundo

Editoriales Roberto Passailaigue

¡Bienvenidos hermanos indígena

¡Bienvenidos hermanos indígena

Nuestro Ecuador plurinacional y multiétnico es de todos, no de ahora sino de siempre. Es de blancos desteñidos de las ciudades, autóctonos o extranjeros; de serranos o indios aborígenes de la sierra o del páramo milenario; montubios de la sabana y monte del litoral; los cholos de la costa rivereña con el mar e insulares con la piel curtida por la sal, sol y brisa; de afrodescendientes o afroecuatorianos de piel oscura y de mulatos; de orientales de nuestra selva amazónica y ancestral. Somos la raza cósmica.
Todos afables, trabajadores, honestos y respetuosos en estado natural y de manera originaria, que con sangre, sudor y lágrimas han escrito las páginas de la historia ecuatoriana, desde los Valdivia, Caras, el Reino de Quito, el Tahuantinsuyo, Quechuas o Huaorani, pasando por la colonia, la Gran Colombia, hasta llegar a la República; que impulsan al desarrollo y grandeza de nuestra patria, creando riqueza, distribuyendo y comercializando los productos sembrados y producidos en el campo.
Por eso, bienvenidos hermanos indígenas a las ciudades, aunque no tengan sus hogares en estos lares. Ustedes que con dedicación y trabajo son profesionales o traen productos de la sierra, campo, selva o del mar, instalan sus tiendas de abarrotes y se dedican al comercio. Bienvenidos para generar riqueza, progreso, seguridad y confianza, integrándose a una cultura de paz, con dialogo y buenas costumbres, valores, principios, ética, moral y civismo. Mantengamos una convivencia pacífica.
Pero si quieren impedir que trabajemos y que nuestros hijos no asistan a clases, cerrando calles y vías; si vienen para ofendernos, atacarnos y vulnerar nuestros derechos; o si rompen veredas, portales y paredes de edificios públicos y privados; si nos cortan el agua potable o invaden, destruyen o incendian oficinas y entidades del Estado; les pedimos que no vengan a propiciar desmanes, robo y vandalismo, atacando a nuestros trabajos, hogares, hijos y familias. Así no son bienvenidos.
Si es así, mejor quédense en el páramo, en el monte, la selva o en las islas. No vengan para hacernos daño.