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Editoriales Roberto Passailaigue

Entre cuernos y plumas

Entre cuernos y plumas

La degradación moral de las sociedades marca las etapas de decadencia de los imperios. Es inadmisible que grupos humanos, a cuenta del derecho de libre expresión, de asociación o derecho a la protesta, o de minorías, efectúen actos delictivos de barbarie, sedición y terrorismo.

Cuando existen autoridades o grupos de estas, que auspician medidas anarquistas, es símbolo que la sociedad ha llegado a su más bajo estrato de respeto, orden y disciplina. El derecho como norma de convivencia social, se convierte en punto de referencia, y prevalece el interés individual o ideologías, bajo el disfraz de derecho constitucional sobre del bien común o derechos colectivos o derechos humanos.

Vimos como en Estados Unidos, en una manifestación sin precedentes, se tomaron el Capitolio, desalojaron a los congresistas y la guardia de seguridad del Congreso no los repelió para evitar ese acto de subversión, sabotaje y terrorismo, como lo calificaron las autoridades de EEUU. Existieron en las redes y medios criterios sobre que fue impotente la guardia, que había complot, o que, simplemente no quiso actuar, para evitar censuras o enjuiciamiento por las organizaciones y activistas de los derechos humanos, si actuaban con fuerza y hubiere hechos lamentables.

A las 24 horas del atentado al orden y seguridad, hubo más de 140 detenidos por su participación subversiva violentando la Ley. Vimos como una persona ataviado con pieles y casco con cuernos, hacía gala de su acto delictivo y fue uno de los primeros detenidos para que responde por su actuación contraria a la Ley. La próxima vez, no lo harán o deberán pensar mucho para actuar de esa manera.

En Ecuador, vamos a cumplir un año con cinco meses y no existe ninguna acción efectiva para enjuiciar y sancionar a las personas que con plumas en la cabeza y pintadas las caras, sitiaron Quito y otras ciudades del País, destrozaron bienes públicos y privados, incendiaron la Contrataría General del Estado cometiendo otros delitos contra los cuídanos indefensos y los bines públicos. La próxima vez, harán lo mismo o peor. ¿Hasta cuándo Padre Almeida?