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Editoriales David Samaniego

Examen y juicio

Examen y juicio

Los ecuatorianos criticamos, pero no somos críticos. No lo son los jóvenes, tampoco los adultos. A gente entrada en años, la experiencia nos volvió medianamente críticos. Hombres y mujeres compartimos este mal endémico. Esta aseveración, para que no sea gratuita, será fundamentada en los párrafos siguientes. Permítanme una breve explicación de la palabra ‘crítica’ para saber a qué nos referimos.

-No es correcto entender el término crítica solamente en sentido negativo porque existe también una crítica positiva. Crítica es el “examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etcétera”. En la definición citada, tomada del DRAE, hay dos palabras de suma importancia: examen y juicio, no debe haber un juicio sin el debido examen de algo o alguien. Esta es nuestra zona pantanosa. Solemos emitir juicios sin fundamentos, sin investigación, sin análisis, sin examen; muy sueltos de huesos los echamos a volar, como verdades, sin pensar siquiera en posibles consecuencias. Criticar el pasado sin demostrar nada o propalar generalizaciones peyorativas ex cathedra son actitudes contrarias a la razón y sano juicio.

-La crítica es una necesidad vital para Ecuador; si antes de ahora estuvo arrinconada es menester desempolvarla. Examen y juicio son la clave. Estos dos elementos deben estar uncidos por una decisión existencial de encontrar respuesta a urgencias personales o sociales. Siempre será grave emitir juicios de valor sin fundamento alguno, sacar conclusiones sin haber examinado premisas, es decir, hablar o escribir al margen de la verdad.

-Todo examen presupone un análisis exhaustivo, una investigación suficiente, una necesaria recopilación de datos para obtener una idea correcta de aquello que se examina a fin de disipar dudas. Los datos encontrados y analizados nos conducen a la emisión de un juicio de valor anclado en la verdad. Todo médico requiere de exámenes previos antes de un diagnóstico responsable, lo contrario sería un procedimiento irresponsable.

-Mi percepción, quisiera estar equivocado, es que los ecuatorianos somos irreflexivos, tenemos demasiada suelta la lengua y aherrojadas la mesura y la sensatez; no reflexionamos antes de hablar, somos brillantes para improvisar y, generalmente, nuestras conclusiones asombran a un mundo de gente no acostumbrada a investigar y pensar.

-¿Cuál ha sido el comportamiento del actual Gobierno frente a esta penosa realidad? Aprovecharse de ella, sacarle provecho. Un pueblo irreflexivo traga ruedas de molino, máxime cuando tiene intereses de por medio. Entonces, el perverso engranaje de las sabatinas es veneno letal que sábado tras sábado se inyecta en las mentes de los ciudadanos de escasos recursos económicos o de quienes se vendieron por un plato de lentejas. Al final del túnel la oscuridad continúa, somos menos críticos que ayer, la inteligencia y la decencia política, una vez más, perdieron una década para hacerse presentes.

¿Estamos capacitados para escoger gobernantes? ¿Tenemos en qué escoger? ¿Investigaremos a fondo antes de acudir a las urnas para consignar nuestro voto en función de patria o simplemente nos graduaremos de irresponsables, una vez más?

‘Quien se enfada por las críticas reconoce que las tenía merecidas’, Tácito.(O)