Blog Ecomundo

Editoriales Roberto Passailaigue

GRAN ACUERDO NACIONAL

GRAN ACUERDO NACIONAL

La Historia es maestra compleja que nos enseña lecciones vivenciales de la humanidad ajustadas a las circunstancias propias del momento, en el tiempo y espacio preciso, con las experiencias del pasado para solucionar problemas del presente, con miras a un futuro de paz y prosperidad.
Entre sus páginas tenemos pactos o acuerdos nacionales celebrados por gobiernos, como el de Colombia – Cartagena en el 2016 con las fuerzas insurgentes FARC; de Guatemala con la Unidad Revolucionaria Nacional en 1996; El Salvador con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en 1991; y mucho antes los acuerdos de Indonesia, Burundi, Sudan del Sur, Irlanda del Norte, Sierra Leona, Angola, la reunificación de Alemania y muchos otros países, que pudieron convertir el problema en una oportunidad para salir adelante, con la pujanza y decisión de sus ciudadanos.
De entre los acuerdos que más lecciones nos deja, tenemos el celebrado en la España pos franquista, afectada por el desempleo, inflación, con las libertades y derechos fundamentales restringidos, inseguridad jurídica, desinversión, fuga de capitales, corrupción, sin institucionalización y con fuerte intervencionismo estatal, como el Ecuador pos correista. Los principales actores sociales, comunistas, capitalistas, empresarios, sindicalistas y partidos políticos de todas las ideologías, reunidos en el Palacio de Gobierno de La Moncloa, lograron acuerdos en materias económica, social, política y jurídica, conocidos como “los Pactos de La Moncloa” (1977), para garantizar la gobernabilidad, salvar la democracia y acoplarse a los ritmos de la integración mundial.
Estos acuerdos políticos requieren de líderes que con valentía y frontalidad asuman la tarea de guiar a un pueblo, para contrarrestar un estado de propaganda demagógica y clientelar, de gobiernos populistas de derecha o izquierda, que han dilapidado los recursos estatales. Es hora que, en Ecuador, la sociedad civil haga tomar consciencia a sus actores políticos para que escuchen el clamor de un pueblo que se debate entre las necesidades del pos jolgorio.