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Editoriales Roberto Passailaigue

HUESPED INDESEABLE

HUESPED INDESEABLE

El Ecuador y sus ciudadanos se han caracterizado por ser amables y hospitalarios. Si Ud. invita o acoge en su domicilio a una persona en calidad de huésped, para preservar su seguridad o protegerlo de alguna situación externa, lo mínimo que espera es que sea consecuente, cortés y cumplir las normas que mantiene en su hogar. Si su huésped no respeta las normas de convivencia, comete actos contrarios a la ley y violenta su tranquilidad y privacidad, lo mínimo que Ud. hace es botarlo de la casa. Y si no quiere salir, lo saca con la Policía.
Eso es lo que ha pasado con el hacker informático Julián Assange, el asilo diplomático en julio de 2012 para eludir el juzgamiento por delitos sexuales, que son delitos comunes no sujetos a las normas del asilo, ha irrespetado por varias ocasiones las normas del asilo de las Convenciones de La Habana de 1928 y de Caracas de 1954. Además ha atacado al Ecuador y a su gobierno, mediante acciones de espionaje y piratería informática, ya sea desde su mismo lugar de asilo en la Embajada de Ecuador en Londres, o utilizando su agencia de espionaje cibernético encubierta por la noble actividad del periodismo.
El otorgamiento de la ciudadanía ecuatoriana fue inadmisible e improcedente, conforme lo expuse en un artículo anterior. Ahora que se le ha suspendido por irregularidad en su trámite, queda evidenciado del accionar errado e ilegal de la Ministra de Relaciones Exteriores de esa fecha.
El asilo es facultad soberana de cada Estado para concederlo o retirarlo, y si el asilado no respeta las normas del asilo diplomático, atenta la institucionalidad jurídica de varios estados, como en Estados Unidos en su proceso de elección, o en España con el apoyo al separatismo Catalán, y con nuestro propio país, efectuando labores de espionaje al gobierno y a sus autoridades. Su comportamiento agresivo, amenazante e irrespetuoso, lo convirtió en huésped indeseable. Ya era hora que se expulse al delincuente Assange de la Embajada del Ecuador en Londres. La gran mayoría de los ecuatorianos está de acuerdo, a excepción de sus iguales.