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Editoriales David Samaniego

Los elefantes blancos de Lenín

Los elefantes blancos de Lenín

Al César lo que es del César. Lenin tiene razón. Aquellos ‘elefantes’ de los que habla son blancos. Para no transgredir elementos básicos de lógica, materia de estudio en mi lejano bachillerato, establezco un par de premisas que servirán de plataforma para sacar conclusiones.

a.- Las escuelas del milenio, que no llegan a setenta, presentan una estructura igual o similar: son amplias, pintadas de blanco como los elefantes de Lenin, con facilidades para ofrecer un servicio de calidad. ¿Por qué se las llama del milenio? Un capricho, porque hospitales, carreteras y otros servicios públicos, construidos también en este Gobierno, al principio del nuevo milenio, no se denominan hospitales del milenio, tampoco carreteras del milenio. Se trata entonces de buenas escuelas, en el sentido lato del término, porque disponen de facilidades para educar a niños, adolescentes y jóvenes.

b.- Los centros educativos en Ecuador deben ser más de quince mil. Si restamos setenta de quince mil el resultado es catorce mil novecientos treinta. Las escuelas del milenio representan el 0,46% de las instalaciones educativas del Estado, en Ecuador. ¿Cabe hablar entonces de las bondades de dichas instalaciones del sistema educativo ecuatoriano partiendo del 0,46%? ¿Cómo es posible trasladar los datos de un porcentaje ínfimo a una referencia global de resultados? Parece que quienes trabajan los spots publicitarios gobiernistas no tienen la mínima idea de la lógica, menos aún de la decencia.

Como premisas, suficiente. Algunas conclusiones. He visitado en estos días cinco centros educativos en la provincia de Santa Elena. No tienen presupuesto para la limpieza. Una cancha cuarteada debe ser arreglada por los padres de los estudiantes. Las madres de familia por turno limpian los servicios higiénicos de sus hijos. La resignación y la penuria conviven. Son maestros que alimentan su vocación ‘haciendo de todo’. ¿Escuelas del milenio? ¿Educación de vanguardia? ¿Pordioseros del Ecuador ‘que ya cambió’?

1.- Es indispensable desmontar un andamiaje perverso, en extremo técnico, sobre la difusión de spots publicitarios que propalan imágenes y textos ajenos a la realidad.

2.- Difundir hasta el cansancio las bondades de la puesta al día de la Refinería de Esmeraldas, subrayando lo mal administrada que estuvo en el pasado, mientras por otro lado se omite difundir los sobreprecios de escándalo y robos de parte de sus administradores, es doloso por decir lo menos. Es pretender tapar el sol con un dedo. Es mentir con descaro.

3.- Alguien debe auditar los costos pagados en la construcción de las escuelas del milenio; encontrará sorpresas, sin duda. Las escuelas del milenio, per se, son buenas. Lo malo es difundirlas como ejemplo de la transformación educativa nacional. Un particular no hace un universal.

4.- ¿Por qué ahora la urgencia de firmar contratos de obra pública, a última hora, cuando no tenemos liquidez y se debe recurrir a dinero prestado, pagando subidos intereses y endeudando más al país?

Ecuador requiere de honestidad y de valentía para investigar y sancionar la corrupción.

“La  falacia de composición  consiste en inferir que algo es verdadero acerca de un todo solo porque es verdadero acerca de una o varias de sus partes”, Robert Audi. (O)