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Editoriales David Samaniego

¿Somos una sarta de bobos?

¿Somos una sarta de bobos?

Este es el primero de dos comentarios similares afines antes de las elecciones del 19 de febrero. Que Ecuador en estas semanas se juega su futuro inmediato y el de mediano plazo, no lo dudo. Un grupo de compatriotas, víctimas del Estado de propaganda, que entregó su mente y corazón a un movimiento político que aseguraba haber creado una patria nueva, la Patria Grande, reflexiona en estos días escandalizado por la podredumbre que ha infectado al país y que se trata de negarla cuando el pozo ya se desbordó.

Esbozo reflexiones que bien vale discutirlas. Creo no irrespetar al Gobierno porque este nos ha demostrado que no conoce el significado de la palabra respeto hacia nuestro país, y hacia nosotros, los ecuatorianos.

Quienes manipularon la Constitución de Montecristi, introduciendo cambios espurios para convertirla en instrumento de gobierno dictatorial, con membrete democrático, son los culpables de la vergüenza internacional de nuestro país ocasionada por el manejo irresponsable de la cosa pública; en especial, los abogados que utilizaron sus capacidades para camuflar procedimientos y permitir que la norma en vez de ser unívoca cambie de tono y color acorde con gustos, preferencias o caprichos de los usuarios.

En Carondelet se habrán arrepentido ya de haber proclamado que el presidente es quien ejerce el poder sobre todos los poderes o funciones del Estado, porque ahora él es el primer responsable de todo aquello que se empieza a demostrar que ha sucedido, como consecuencia de un manejo turbio de los bienes del Estado, por acción o por omisión.

Antes del 19 de febrero, presidente RCD, Ecuador debe conocer la lista de los corruptos de su gobierno, no lo pedimos, se lo exigimos, porque no podemos ni debemos elegir a gente que ferió nuestros bienes y aupó latrocinios inéditos en nuestra historia nacional. Hablar de que se trata de una lista secreta, cuyos nombres se conocerán en seis meses es ofender la inteligencia de los ecuatorianos, cuando en países vecinos quienes recibieron coimas de Odebrecht están siendo procesados.

Hasta el 19 de este mes debe destaparse la cloaca o demostrarse que no existe; que en otras épocas algo parecido sucedió no significa que ahora no pase nada. Ecuador es un pueblo pacífico, pero no es tierra de bobos.

Ecuador ya perdió el miedo porque sabe distinguir muy bien entre respeto y cobardía, obediencia y sumisión, comprensión y complicidad. Hoy exigimos razones, necesitamos pruebas, queremos árbitros independientes que revisen los contratos de carreteras, escuelas y colegios, hospitales y equipos médicos, refinerías, hidroeléctricas, comercialización de petróleos y todo lo que sea necesario para pedir cuentas a un régimen sobre el uso de nuestro dinero toda vez que la Contraloría del Estado dejó de cumplir con sus obligaciones y pasó a ser el patio trasero de Carondelet.

Proclamar que las coimas las pagan los contratistas y que no es dinero del Estado o que de no haber paraísos fiscales no existiría la corrupción son engendros difíciles de digerir. No somos bobos, presidente. Si usted está libre de culpa, ordene que la transparencia retorne a su gobierno.

“Algo huele mal en Dinamarca”, W. Shakespeare. (O)