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Editoriales Roberto Passailaigue

Tu derecho, mi derecho…

Tu derecho, mi derecho…

Tu derecho termina donde empieza mi derecho. Y mi derecho termina donde comienza el de los demás”, es el principio jurídico universal que nos enseña a utilizar nuestros derechos, sin limitar o vulnerar el de otras personas.
La Constitución garantiza derechos fundamentales como del buen vivir, que debería ser de bienestar común, derechos de las personas y grupos de atención prioritaria, de las comunidades, pueblos y nacionalidades, de participación, de libertad, de la naturaleza y de protección; los mismos que se podrán ejercer, promover y exigir de forma individual o colectiva ante las autoridades competentes. Existen también responsabilidades, como contrapartida de esos derechos.
Todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes y oportunidades; y, nadie podrá ser discriminado por razones de etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo, identidad de género, identidad cultural, estado civil, idioma, religión, ideología, filiación política, etc.
Los ciudadanos, gremios, grupos sociales o comunidades indígenas, tienen todo el derecho de protestar, de movilizarse, de expresar sus criterios, pero por justo que consideren sus reclamos o el derecho que solicitan, no pueden atentar contra el derecho del resto de personas, cerrando vías impidiendo la movilización, el trabajo, educación, salud, vulneración que también se convierte en discrimen al resto de la población que no participa de sus criterios.
Tampoco pueden cometer actos sabotaje y terrorismo cerrando pozos petroleros, cortando la provisión de agua potable a las poblaciones, destruyendo ciudades y edificios públicos y privados, asaltando y robando almacenes y al comercio, transeúntes y vehículos, incendiando la Contraloría General del Estado y en general, cometiendo actos vandálicos y delictivos.
Estos actos de sabotaje y terrorismo, vandálicos y de delincuencia organizada, deben ser investigados, juzgados y sancionados con todo el rigor de la Ley, para sentar precedente que todos somos iguales ante la Ley y ningún derecho puede discriminar o vulnerar los derechos de las demás personas.