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Editoriales Roberto Passailaigue

¡Vox populi, vox dei!

¡Vox populi, vox dei!

Este proverbio latino se traduce “La voz del pueblo, es la voz de Dios” y significa que la
voz u opinión del pueblo es sagrada y hay que acatarla, por equivocada que pueda ser
(a no ser que exista vicios en el consentimiento). Muchos la utilizan para evidenciar el
alto grado de ignorancia e incapacidad de las masas, bajo la concepción de la
psicología de las multitudes de Laplace, que votan por simpatías o por ofertas
demagógicas populistas.
El 5 de febrero, a las 17:30 se tenía como resultados de las elecciones el triunfo de
unos candidatos y de la respuesta “SI” en el plebiscito. Ya para las 20:00 los resultados
eran otros, como si por algún sistema de programación o por arte de birlibirloque, se
invertían los números pasando los votos de unos a otros, incluso en el referéndum.
Los resultados fueron los esperados por un grupo y de gran sorpresa para muchos. No
hay explicación que el tracking poll y exit poll de empresas serias, con un margen de
error del 3%, se hayan equivocado del centro a la mitad. Si los perjudicados y el
gobierno que es el más afectado, no los impugna, no tenemos por qué hacerlo
nosotros; y, aceptándolos como la manifestación del soberado, hay que respetarlos,
felicitar a los electos y esperar que tengan buena actuación, aunque sin competencias
ni experiencia (no todos), poco podrán hacer.
Como perdedores están: el gobierno al no ganar la consulta y su partido de membrete
CREO sin fuerza política; el PSC que perdió importantes sectores, como en Guayaquil y
Guayas, las encuestadoras que se equivocaron garrafalmente y el mismo pueblo
ecuatoriano.
Los grandes triunfadores son RC5 que ha obtenido mayor número de alcaldes y
prefectos que cuando fueron gobierno, así como las provincias más pobladas del país
Guayas, Pichincha, Manabí y Azuay; Leónidas Iza que ha tenido mayor participación
con la CONAIE y Pachakutic, y la delincuencia organizada que no quería la extradición.
Cada país, ciudad o institución son dignos de su propia suerte. ¡Vox populi, vox dei!
Querían eso, no se quejen después. Felicitaciones y mucha suerte para los elegidos.